martes, 3 de octubre de 2017

Las relaciones entre indígenas y blancos rioplatenses en la primera mitad del siglo XIX

Vida, relaciones y conflictos en la campaña

  Suele describirse a la frontera (según los términos del siglo XIX, la zona entre el “poblado” blanco y el “desierto” indio) como un espacio en el cual las sociedades blanca e indígena solo tomaban contacto al momento de los enfrentamientos militares.
  El indio es presentado frecuentemente como el bárbaro, el salvaje al que hay que ‘domesticar’ o ‘exterminar’. Las campañas al desierto aparecen acciones del blanco tendientes a ‘civilizar’, ‘cristianizar’ y concluir con las depredaciones que los indios ocasionaban.
  Pero la vida en la frontera, tanto para blancos como para aborígenes, era mucho más compleja de lo que suele presentarse. En la campaña bonaerense, los intercambios motivados por las necesidades de ambos grupos, posibilitó el conocimiento y la comunicación.

  La adopción del caballo por parte de los indígenas produjo cambios en esa sociedad: acrecentó la capacidad de movimiento; modificó la dieta con la inclusión de ganado yeguarizo como alimento y facilitó la adquisición de otros productos para la alimentación; y proveyó de materias primas (cuero, cerdas, crines, nervios, tendones, huesos) que sirvieron para elaborar elementos de uso cotidiano.
  El trueque fue una práctica más o menos frecuente, que incluía aguardiente, ganado vacuno, bueyes, caballos, sombreros, yerba mate, entre otras mercaderías. También los cueros y las pieles junto a las plumas de avestruz fueron un rubro importante en los intercambios que se efectuaban en las pulperías, fortines y fuertes de frontera.

Pulpería del siglo XIX en el actual barrio de Belgrano
  Así, fue constituyéndose una extensa red comercial que se originaba en las pampas bonaerenses con la cría de ganado, y la explotación de recursos naturales por parte de los indígenas, como la sal -en Salinas Grandes de Hidalgo, en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, actual partido de Puán- indispensable para la conservación de los alimentos, y por eso muy preciada por los blancos. Esas rutas comerciales continuaban por la margen del río Negro y el río Colorado hasta los pasos cordilleranos, donde el ganado y otros productos obtenidos como botín de los malones, pasaban a Chile para su venta.

  El “negocio Pacífico” será una política utilizada en tiempos de Rosas. El Gobierno entregaba raciones de ganado y bienes de consumo (yerba, azúcar, vestimenta, harina, aguardiente). Por su parte, estos “indios amigos” debían cumplir tareas de chasques, acarreo de bienes, informadores, entrega de cautivas. El Gobierno buscaba que estos grupos sirvieran de freno a posibles invasiones; se combinaba esta acción con el escarmiento armado y se sostenía reconociendo la jerarquía entre los pueblos indios.
Indios Amigos del Cacique Linares, a quien se distingue sentado entre dos oficiales del Ejército Nacional

El malón

  Si bien existieron indios en diversas partes del país, el malón fue una actividad que se llevó a cabo desde la pampa húmeda, siguiendo hacia el oeste por Córdoba hasta Mendoza (aunque también hubo malones en las provincias de Chaco y Formosa). El malón comenzó a fines del siglo XVIII, y se extendió incluso hasta comienzos del siglo XX, en el deforestado monte del espinal o el pajonal pampeano donde hoy la soja cotiza en dólares y la inundación borra todo vestigio de aquel pasado conflictivo.

  El malón consistía en el “ataque inesperado de indios” (entre 300 y 2000) sobre pueblos y poblados, preparado al detalle y con antelación.
Mauricio Rugendas, "El malón", 1845.
  La pampa húmeda ofrecía tierras fértiles y pasturas blandas, que permitieron el crecimiento de la hacienda cimarrona (ganado vacuno salvaje). La caza de estos animales, o “vaquería”, desaparecería progresivamente en el siglo XIX, al capturarse los animales para marcarlos y conservarlos en las estancias.
  El malón coexistió entonces con el saladero, industria primitiva dedicada a la elaboración del tasajo, que tuvo su auge durante el siglo XIX.

  Con el tiempo, el poderoso grupo de los saladeristas rioplatenses ejercería enorme influencia en la dirección política del naciente país durante más de medio siglo. La exportación de carne salada a centros de consumo como Brasil y Cuba potenciaron esta actividad.
  Para desarrollarla era necesario, además del ganado, contar con la sal que se traía desde Salinas Grandes (reducto de Calfucurá) o desde la costa patagónica en barcos fletados especialmente. Así, cuando a la extracción de cuero y sebo se sumó el comercio de la carne, los estancieros exigieron al gobierno la defensa de su hacienda mientras el indio continuaba con sus malones y el traslado de lo producido para ser negociado en Chile.
Daguerrotipo - Cacique Calfucurá

El desarrollo del malón 

   Para la organización, las tribus convocaban un “parlamento”: entre los pampas, araucanos y otros, se trataba de una asamblea que tomaba decisiones en situaciones especiales, luego de exponer y escuchar atentamente los argumentos.
  Los jefes justificaban así al malón:
“¿No son los cristianos quienes no conformes con habernos desalojado de las mejores tierras, ¡nuestras tierras!, nos empujan hacia zonas que no podemos habitar porque no hay en ellas agua, ni alimento, lo necesario para vivir? ¿Cómo subsistirían los demás si alguno de nosotros decidiera que las lagunas y los ríos, la sal, la leña, los guanacos, avestruces, los caballos y las vacas del campo, todas esas cosas, le son propias? ¿No compartimos, acaso, la preciada sal de las Salinas Grandes con los blancos, que se la llevan en caravanas de carretas? ¿No son los huincas los que dicen que el ganado que pastaba libre en el campo es suyo por haberlo marcado y herrado? ¿No son sus jefes los que en muchas ocasiones nos prohíben acercarnos a los poblados y comerciar con el blanco?” 1

Los preparativos:

  Una vez que el malón estaba decidido, algunos indios pasaban días y días observando detenidamente los caminos cercanos al sitio que iba a ser blanco del malón, la cantidad de ganado, el total de hombres dedicados a la vigilancia del fortín.
  Indios “mansos” que vivían en las estancias y poblados cercanos al fortín, actuaban muchas veces como informantes completando los datos que posibilitarían llevar a cabo el malón.
  Los pulperos, quienes se veían en el desafío constante de sobrevivir en la frontera, actuaban habitualmente como espías, pero eran espías “muy especiales” ya que brindaban información tanto a la indiada como a los ejércitos a cambio de su tranquilidad y de alguna compensación.
  También contaban con la ayuda de “cristianos” que habían llegado a las tolderías buscando paz y libertad… Muchos huían porque la policía los perseguía por robar ganado, herir o matar a alguien en una pelea; otros eran perseguidos políticos por haber participado en el bando perdedor en alguna guerra civil y los más porque a pesar de trabajar la tierra con rudeza, si no tenían propiedad reconocida o "papeleta de conchabo" 2, eran considerados “vagos” y “malentretenidos” para la ley, y debía cumplir servicio militar en los fortines de la frontera.

  Luego que el servicio de inteligencia recopilara la información necesaria, en las tolderías se preparaban los facones y las puntas de las lanzas, verificaban el estado de las boleadoras, y seleccionaban los caballos.

Ejecución del malón:

  El galope de los caballos sumado a los gritos de los indios, anunciaba la llegada del malón.
  Al llegar se enfrentaban con los pobladores y con los hombres del fortín. Incendiaban las casas y tomaban todo lo que encontraban a su paso: comida, ropa, cautivos y fundamentalmente el preciado ganado. Se retiraban velozmente y comenzaba la persecución de los milicos y los hombres de los poblados.
Ángel Della Valle, "La vuelta del malón", 1892.
El cuadro es una alegoría, refleja el significado del malón hacia fines del siglo XIX.

  En el malón los indios sacaban ventaja de su conocimiento del terreno y preparaban emboscadas para los "huincas": por ejemplo, los llevaban hacia pajonales a los que prendían fuego dejándolos cercados, o arreaban gran cantidad de caballos que vistos desde lejos simulaban ser más combatientes que venían en su apoyo.


  En Buenos Aires, cuando llegaban a Guaminí y Carhué, se divisaban las tolderías por las señales de humo. Luego, se repartía el botín del malón. Así se narra en el “Martín Fierro” de José Hernández:

“Se reparten el botín
con igualdad, sin malicia;
no muestra el indio codicia,
ninguna falta comete;
solo en esto se somete
a una regla de justicia.
Y cada cual con lo suyo
a sus toldos enderiesa […]”.


  Luego de descansar se dedicaban a poner en condiciones la hacienda para emprender el camino hacia Chile, donde venderían el ganado.

Las rastrilladas:

  Para llegar a Chile debían atravesar una vasta planicie y cruzar la cordillera de los Andes, utilizando las huellas que se iban formando a partir del pisoteo del ganado en las idas y venidas hacia ese lugar, y que habían de seguir estrictamente si no querían perderse en el desierto, además de conocer dónde estaban las aguadas y los pastizales necesarios para el ganado. Las rastrilladas también comunicaban los distintos asentamientos indígenas.
Circuitos económicos de la sociedad indígena en la región de la pampa bonaerense (siglos XVII-XIX).

Venta de la mercancía:

  El comercio con el sur de Chile era continuo, y la hacienda robada no solo era vendida a las tribus de mapuches y araucanos sino que también era comprada por importantes ciudadanos chilenos que tenían estancias en esas regiones.
  ¿Qué obtenían el indio como producto de la venta?

“[…] volvía bien vestido y provisto de todo lo que pudiera necesitar él y los suyos para una temporada: mantas, ponchos, alcohol, dagas, machetes, […] pañuelos finos de Europa para vinchas, aperos, chapeados de plata, alhajas del mismo metal para sus mujeres y cañas de coligüe para armar lanzas”. 3

La vida en los fortines y las fronteras

   Los ejércitos de línea estuvieron alejados de la frontera sur debido a los conflictos que debieron enfrentar desde 1810 (guerras civiles, conflictos con Brasil, sitio de Montevideo, guerra del Paraguay, entre otros). Por ello, la defensa de las fronteras quedó en manos de los “milicos” de los fortines.
Fortín Pavón, Sierra de la Ventana
  Los gauchos obligados a prestar servicio de milicos en los fortines por no tener una “papeleta de conchabo”, vivían alejados de sus familias y los condenaban a pasar todo tipo de privaciones, arriesgando gratuitamente su vida en la guerra contra el indio, porque era común que no recibieran ningún pago por este trabajo, y sí habituales castigos de azotes, que dictaba una justicia expedita.
  Pero también hubo un buen número de “fortineras”, mujeres que siguieron a sus hombres para compartir esa dura vida.

  Eran cotidianos el juego de cuchillos; los nada raros casos de los espías que jugaban a favor de los indios o de las milicias de la frontera; la andariega vida de “los chasques”, experimentados hombres a caballo que servían de comunicación en aquellos años de 1840; casos de cautivos raptados por malones, los asesinatos de pulperos, etc.
  Un comandante de paso por un fortín de la provincia de Buenos Aires, escribirá: “Aquello me aterró... De ese grosero montículo de tierra rodeado por un enorme foso vi salir de unos ranchos —que más parecían cuevas de zorros que viviendas humanas— a cuatro o cinco milicos desgreñados, vestidos de chiripás. Todos ellos llevaban la miseria en sus cuerpos y la bravura en sus ojos”.
  Las boleadas de animales en la pampa, (aunque las vaquerías estaban prohibidas desde 1796), ocurrieron durante mucho tiempo, porque de ellas vivían muchos paisanos y pulperos, acopiando las valiosas plumas de los ñandúes, cueros y carnes. Muchas veces los milicos de los fortines fueron sorprendidos y capturados por los indios mientras andaban boleando animales. Una de las crónicas registra un caso sucedido en 1866, cuando unos milicianos del sur santafesino que se encontraban juntando leña y huevos de ñandú, fueron sorprendido por un malón que los tomó prisioneros, siendo desnudados y muertos a lanzazos de inmediato.

  La vida desgraciada y a menudo trágica de los pobladores de frontera del sur de Santa Fe, norte de Buenos Aires y sur de Córdoba, constituye una gesta que conformó el país que hoy solemos habitar (y dilapidar) sin conciencia de los esfuerzos y sufrimientos que lo cimentaron.

  Luego de la caída de Rosas, en 1852 la frontera volvió a conmoverse; los “indios amigos” pasaron de la paz a la guerra y el “negocio pacífico” dio lugar a los malones cristianos.
  En los últimos años del siglo XIX, los grupos ranqueles tuvieron activa participación política a través de los “indios montoneros”, como reacción al modelo liberal porteño o a la guerra con el Paraguay. Por ello, los ataques repentinos se profundizaron especialmente en la década de 1860.

Los cautivos

 El robo de ganado siempre fue un objetivo de los malones; sin embargo, no fue el único. La resistencia al avance de los europeos en la posesión de la tierra, la venganza por alguna acción de los “huincas” que muchas veces saqueaban las “tolderías”, la obtención de rehenes para intercambiar o el apoyo interesado hacia alguno de los bandos de la guerra civil (“malones políticos”), fueron motivos de los enfrentamientos.

  Los indios se llevaban consigo a las lejanas tolderías de "tierra dentro”, capataces de estancia, arrieros, viajeros que se aventuraban por caminos peligrosos, esclavos, negros y mujeres de toda condición, indios santiagueños conchabados como peones en los campos de la frontera...
Tres santafesinos, fueron cautivos de los indios durante su infancia,
y vivieron en las tolderías durante 20 años.
  El rescate de los mismos daba lugar a una intensa negociación en la que los indígenas trataban de obtener los mejores “precios”. La posibilidad de obtener abundantes rescates llevó a los indios a buscar “el mejor postor” en estas negociaciones.
  En agosto de 1858 el cacique Calfucurá le avisaba a Urquiza que estaba juntando cautivas para canjearlas, pero le advertía que “en Azul las pagan mejor”.

  El cautiverio fue una realidad de la frontera: hubo cautivos blancos entre los indios, de la misma forma que cautivos indios entre los blancos.
  Según los documentos de la época, se afirma que eran “…muchísimos los indios prisioneros o recluidos en residencias de religiosos y por lo tanto los caciques siempre estaban prestos a negociar su canje”.

  A los indios se los utilizaba en principio para canje por cautivos blancos, pero cuando su número se incrementó fueron repartidos entre familias vinculadas con el poder, radicadas en la ciudad o en la campaña. En ocasiones se repartieron entre los integrantes de las tropas que los habían capturado, como premio, por destacarse durante el desarrollo de la partida punitiva.
  Se establecía así una servidumbre a perpetuidad, salvo que por alguna razón quedara sin efecto la medida por intervención judicial (malos tratos-falta de enseñanza religiosa). Los cautivos indios, por lo tanto, podían funcionar como bienes de canje o como mano de obra barata.
Cautivos en La Plata. Familias de caciques Inakayal, Foyel y Ariancu.
Vivieron cautivos en el lugar, siendo estudiados y obligados a trabajar
en la obra de construcción del museo, hasta su muerte. Foto de fines de S. XIX.
  El ferrocarril, el telégrafo y los malones acabaron siendo contemporáneos, y aunque es difícil imaginar ese choque cultural, el final era inevitable. El gobernador cordobés Fragueiro acabará proponiendo la incorporación gradual del territorio indio, asegurando un trato pacífico, derecho y estímulo al trabajo, por afirmar que “…el exterminio del indio no es justo ni es útil…”.

 El malón hoy ni siquiera forma parte de la memoria colectiva, los currículums escolares ni se acercan por estos temas, generando en nuestra juventud un profundo desconocimiento por este tramo de nuestra historia.

GLOSARIO

  • Chasque: jinete portador de un mensaje u orden.
  • Fortín: Pequeños fuertes rodeados de una empalizada de troncos, con algunas casas de adobe y una torre de vigilancia llamada "mangrullo", usados en la zona rioplatense para contener los malones.
  • Hacienda: Ganado, especialmente vacuno, que hay en una finca rural o estancia, o que pertenece a un mismo dueño.
  • Huinca: hombre blanco, extranjero, cristiano, en lengua mapuche.
  • Pulpería: Almacén de ramos generales ubicado en zona de campaña, centro social de las clases sociales humildes y medias de la población, donde se podía tomar bebidas alcohólicas y se realizaban peleas de gallos, juego de dados, de naipes, guitarreadas, etc. Existieron hasta el siglo XX.
  • Telégrafo: después del ferrocarril, fue lo que permitió superar el “kolan” o señales de humo de los indios.
  • Vaquería: Cacería de ganado cimarrón (salvaje).

CITAS:

martes, 5 de septiembre de 2017

A 20 años del paso a la eternidad de Madre Teresa de Calcuta

Hoy se cumplen 20 años de su muerte y sin embargo, la Madre Teresa y su obra monumental están más vivas que nunca.
El Papa Francisco la canonizó y la definió como "una luz que alumbra las tinieblas de los que no tenían ni siquiera lágrimas para llorar su pobreza y su sufrimiento".

La Madre Teresa de Calcuta ya es santa pero en realidad siempre lo fue. Siempre admiré esa vocación infinita por darlo todo sin pedir nada a cambio. Esa frase de darlo todo hasta que duela. Y si duele es una buena señal.

Una vez un periodista chicanero la toreó y le cuestionó su colosal tarea. "¿Cuántos pobres y leprosos puede usted salvar? Tal vez sean apenas 100 y son miles y miles. ¿De qué sirve su esfuerzo? ¿Vale la pena?"
La Madre Teresa lo miró profundo desde esos ojos profundos y le contestó con sabiduría: “ Estos son mis 100, ¿cuáles son los suyos?”.

Andaba en sandalias, con un plato de arroz como toda comida diaria y no descansaba nunca. Un día lo contó así:
"En 1952 pudimos abrir el primer hogar del moribundo. 
A mí me ocurrió el primer caso, el de una mujer tirada en plena calle. Se la estaban comiendo las ratas y las hormigas. Yo la llevé al hospital, pero no podían hacer nada por ella. Tuvieron que aceptarla, porque yo dije que no me marchaba de allí en tanto no se hiciesen cargo de ella. 
Después fui al ayuntamiento pidiendo me diesen un lugar donde meter a tales desgraciados, porque ya en el mismo día, había encontrado a otros que también se morían en mitad de la calle. 
El administrador encargado de la salud pública me señaló el templo de Kali, abriéndome el «darmashalah», lugar donde en otros tiempos la gente descansaba tras haber rendido culto a la diosa. El edificio estaba vacío; me preguntó aquel señor si lo quería. 
Yo me sentí contenta de poseer tal casa por diversas razones, particularmente porque era un centro de culto y de devoción de los hindúes. En veinticuatro horas condujimos allí a nuestros enfermos y lisiados. Desde entonces (y hasta principios de la década de 1970) hemos recogido por las calles de Calcuta más de veinte mil personas, habiendo muerto cerca de la mitad."


Uno de esos olvidados de la mano de Dios y del hombre, se arrastraba como podía para trasladarse, tomó la mano de la monja que lo cuidó durante toda la madrugada mientras volaba de fiebre. Al final le dijo una frase tremenda: “Toda la vida me trataron como un animal, pero hoy de su mano muero como un ángel”.

Muchos le decían a ella “el ángel de los pobres”. Había nacido en un hogar de clase media en Albania pero se quedó a vivir y a morir junto a los que más sufren en el universo de la pobreza extrema en la India.
Fue soprano en el coro de la escuela, profesora de historia y geografía y maestra en el arte de acompañar y enseñarles a leer a los que no tenían nada de nada.
Sabía que lo suyo era una gota en el mar pero comprendía que el mar sin esa gota no sería el mismo. Era y es la imagen de la solidaridad, del hacer el bien sin mirar a quien.
Con esa túnica, un siri blanco con vivos celestes, que son los colores de la Virgen María, esa mujer diminuta era capaz de mover montañas. En la India fue enterrada con todos los honores de estado y su féretro fue trasladado en el mismo carruaje que llevó los restos del Mahatma Ghandi y de Jawaharlal Nehru.

Es una bandera del voluntariado. Diseminó misericordia. El Papa Francisco la puso como ejemplo de la monja misionera que forma la iglesia y que sale a la periferia a atender a los que viven y mueren a la intemperie.
Dijo el Santo Padre que la flamante santa “hizo sentir su voz a los poderosos de la tierra para que reconocieran sus culpas ante los crímenes de la pobreza creada por ellos mismos.”



Fundó 758 centros de “Las misioneras de la Caridad”, 7 de ellos en la Argentina con casi 6 mil religiosos trabajando en 139 países.
Esa figura pequeña y arrugada fue un espejo gigante y enérgico para el mundo que piensa en sus semejantes y ama a su prójimo como a sí mismo.

Se llamaba Gonxha Agnes. Todo un presagio. Gonxha significa "pequeña flor o capullo de rosa". A los 18 años ya se había alistado en la orden jesuita de las hermanas de Loreto.
Siempre se entregó de cuerpo y alma a los más vulnerables, a los más frágiles a los que habían perdido hasta la esperanza. Fue de una austeridad más que franciscana. Se había despojado de todo menos de esa túnica que la identificó en todo el planeta.

Tenía una templanza que la hacía de acero para soportar las más grandes inequidades que padece el ser humano convertido en un trapo de piso. Es la primera santa que fue Premio Nobel de la Paz.

Madre Teresa recibe el premio Nobel de la Paz, 11 de diciembre de 1979
Había sido beatificada por S.S. Juan Pablo II y el milagro que le permitió convertirse en santa es que supo curar a un brasileño que tenía varios tumores cerebrales. Se llama Marcilo Haddad Andrino y estuvo en la ceremonia de canonización en la Plaza San Pedro. No hubo médico ni científico que pudiera explicar ese milagro que hizo la Madre Teresa.

Tenía su carácter fuerte y momentos de humor e ironía. Y una ilimitada vocación de servicio.
No quiso parar nunca. Ni siquiera en los últimos años después de haber superado la malaria y cuando tenía que movilizarse en silla de ruedas.

Atendía a chicos con polio y con las enfermedades más terribles. Acompañaba a los moribundos para abandonar la calle hasta el último suspiro. Se movía en un ambiente muy complicado, muchas veces carente de limpieza y con el único recurso de su mano tendida y su corazón abierto.

Dejó conceptos para tallar en piedra: “La mayor pobreza es la falta de amor” y “Si no puedes dar de comer a 100 personas, da de comer a una. Por algo se empieza”. 
Una vez dijo que su amor era gratuito y universal, carente de ideología. "Si no sé hablar el idioma del pobre o el enfermo, por lo menos sé sonreír".

Decía seguir las enseñanzas de Jesús. Vestir al desnudo, alimentar al hambriento y darle casa al desamparado.
Siempre fue santa pero hoy es formalmente santa. La consagró el Papa Francisco. Pero todos los desposeídos del mundo tuvieron y seguirán teniendo a este ángel de la guarda de los pobres.
Ahora es su Santa Madre. De Calcuta y de todo el planeta Tierra.

FUENTE: https://jorgefernandezdiaz.cienradios.com/santa-madre-de-pobres-por-leuco/

Tuve la sorpresa y la emoción de cruzarme con un grupo de hermanas Misioneras de la Caridad en Mendoza, en enero de 2015.
Les pedí el favor de dejarse fotografiar para conservar conmigo el recuerdo del momento, con el compromiso de rezar por su obra. Les extiendo la invitación a la oración en este día en particular, compartiendo con ustedes la foto.


domingo, 11 de junio de 2017

La Guerra del Paraguay

Mea culpa: por razones ajenas a mi voluntad, este blog aún no tiene ninguna entrada decente- ni vergonzante, ni nada- sobre el tema.
Pero los inefables muchachos de Bully Magnets- Sociedad Histórica, publicaron hoy este videito, y sería IMPERDONABLE no enlazarlo a este blog para deleite de los ilustres visitantes...
Queda al pie mi solemne promesa de redactar una entrada bien documentada, próximamente.


domingo, 7 de mayo de 2017

El Antiguo Régimen: el absolutismo y la sociedad estamental

La Revolución Francesa conmovió los cimientos del orden político y social tal como había conocido el mundo civilizado desde la Antigüedad.
Ello sucedió por una suma de factores coincidentes en Francia hacia fines del siglo XVIII.
El sistema de organización imperante, conocido como Antiguo Régimen, se fundaba sobre dos pilares: la monarquía absoluta y la sociedad estamental.

Conviene aproximarse al contexto a través del análisis de la pirámide estamental que caracterizó al Antiguo Régimen de la Europa moderna. En ella puede observarse cómo la posesión de capital podía alterar la inmovilidad social y posibilitar el ascenso.


Puede observarse que la gran mayoría de la población se inscribía en el llamado "Tercer estado": eran los no privilegiados, quienes pagaban impuestos para sostener al Estado y a los privilegiados: el clero (primer estado) y la nobleza (segundo estado), quienes no pagaban impuestos mientras derrochaban ingentes sumas de dinero en lujos y frivolidades.
En el aspecto político, el Antiguo Régimen se caracterizó por el absolutismo monárquico, régimen que identificaba al rey con el Estado mismo.


Durante la época de esplendor económico y cultural, los cuestionamientos al régimen no tuvieron eco. Francia admiraba al mundo con su cultura y poderío, y el Palacio de Versalles, residencia de la corte, era el símbolo y la síntesis del absolutismo, con su extravagancia, sus rituales interminables y su esplendor.




 Pero al sobrevenir la crisis, resultado de las guerras en que Francia se involucró (en particular en apoyo a la revolución de independencia de las Trece Colonias), de las malas cosechas, la hambruna, y la negativa de la Corte a modificar el régimen impositivo, los reclamos se hicieron oír cada vez más alto.


Al mismo tiempo, la crisis sobrevino en tiempos de un monarca que había asumido la corona siendo joven e incapaz, sin el carácter necesario para afrontar los problemas, casado con una muchacha bonita pero sin brillo intelectual, que tampoco supo estar a la altura de las circunstancias: Luis XVI de Borbón y María Antonieta de Austria.


Es entonces, hacia fines del siglo, que los franceses hacen suyas las ideas que sus filósofos venían divulgando. El movimiento de la Ilustración cuestionó los fundamentos mismos en los que se asentaba el Antiguo Régimen, y planteó interrogantes que, al no hallar respuesta satisfactoria, condujeron al estallido de la Revolución.




Muy pronto, los reclamos legítimos acabarían derivando en un odio fanático y en un atroz derramamiento de sangre, en el acontecimiento que hoy consideramos el inicio de la Edad Contemporánea: la Revolución Francesa.


viernes, 7 de abril de 2017

Las "Trece Colonias" y sus características socioeconómicas

Como resultado del proceso de revolución industrial iniciado en Inglaterra hacia mediados del siglo XVIII, de la desocupación, los bajos salarios, y las persecusiones políticas y religiosas que se suceden simultáneamente, un gran número de ciudadanos ingleses, mayormente de clase baja, emigrarán en busca de un mejor pasar.


Tal como muestra el mapa, las oleadas migratorias tuvieron como destino, entre otros, el territorio norteamericano. Muchas familias emprendieron el peligroso viaje, hacinadas en los barcos que partían desde Inglaterra hacia las colonias recién fundadas.

 “La marea de la emigración hacia los Estados Unidos y las colonias británicas,” The Illustrated London News, July 6, 1850
A diferencia de lo que sucedió en Hispanoamérica,- colonizada en un primer momento casi exclusivamente por varones- los primeros colonos ingleses en Norteamérica se establecieron en familia; eso dificultó enormemente el mestizaje con los aborígenes locales, e hizo que las poblaciones se cerraran sobre sí mismas, imposibilitando el intercambio cultural.

Jamestown, Virginia- Primer asentamiento inglés en EEUU.
Con el tiempo, las colonias crecieron y se diferenciaron marcadamente entre sí, a partir de sus actividades económicas, sus aspiraciones políticas y sus mercados. Las entonces llamadas "Trece Colonias", quedaron divididas en Norte y Sur, según esas diferencias.


El norte, parte del cual se conoce aún hoy como "Nueva Inglaterra", desarrolló una actividad comercial de importancia en los núcleos urbanos.

Colonias de Nueva Inglaterra
Además, se multiplicó la presencia de astilleros en sus puertos, para movilizar la naciente actividad industrial de las colonias.

Astilleros en las colonias del norte.
Simultáneamente, las colonias del norte se abastecían con productos agrícolas de las granjas diseminadas alrededor de los núcleos urbanos, donde las familias campesinas cultivaban cereales, y criaban animales para su subsistencia.


Granja colonial familiar
Mientras el norte intentaba cimentar su industria, las colonias del sur se volcaron a la agricultura a gran escala, destinada al mercado inglés. Con los años, la fortuna amasada por estos terratenientes se vio reflejada en la construcción de gigantescas mansiones construidas en mármol blanco, que hoy son características de los estados sureños.

Bellamy Mansion- 1850. Carolina del Norte.
La riqueza del sur se forjó con mano de obra esclava. Las inmensas plantaciones de algodón y tabaco eran cultivadas y cosechadas por desdichados esclavos africanos, sometidos a toda clase de vejaciones por parte de los colonos ingleses. Eran capturados y trasladados desde África a América, como parte del comercio triangular británico.

William Aiken Walker: "Plantación", en el Warner Museum of American Art.
Hacia 1850, casi ochenta años después de la declaración de independencia de las Trece Colonias, el sistema esclavista continuaba funcionando a pleno.

Plantación en Carolina del Sur, 1850.
Barracas de esclavos.
 Familia de esclavos- Georgia,  1850.
Para entonces, la industria estaba creciendo a pasos agigantados, y la burguesía industrial no estaba dispuesta a invertir sus ganancias en mano de obra esclava- pagar el precio del esclavo mismo, su manutención en alimentos y vivienda, el numeroso personal de vigilancia y el riesgo siempre latente de una rebelión. Por ello, aplicaron los mismos principios que en Inglaterra, y serán las mujeres y niños más pobres de la población- muchos de ellos, inmigrantes- los que trabajarán en las fábricas de hilados, en las metalúrgicas y en las minas, incluso bien entrado el siglo XX.

Hornos metalúrgicos en Phoenix- 1873 Pennsylvania.

Niñas hiladoras en fábrica de algodón, 1908- Carolina del Norte
Niña en fábrica de hilados de algodón, 1908, Carolina del Sur
Sala de Mule-spinning en Chace Cotton Mill. Niño acomodando hilos- 1909 Vermont.
 The U.S. National Archives
Niños trabajando en mina de carbón- Pennsylvania, 1911
El tema de la esclavitud y todas sus implicaciones sigue siendo una cuestión sensible y no resuelta para el actual Estados Unidos. En el año 2013, el drama real contado en la película "12 años de esclavitud" mereció la atención y el reconocimiento del público estadounidense, al mismo tiempo que en las calles de los estados sureños se sucedían los crímenes raciales.